Javier Picón, burgalés de 37 años, ha llevado su pasión por los relojes de pulsera hasta el extremo, fabricando y comercializando su propia marca. Se denomina Acero Watch y ya cuenta con una colección de siete relojes de diseño propio basada en el VIII Centenario de la Catedral de Burgos. No, insiste, no es un oportunista que pretenda sacar tajada del histórico aniversario, sino un emprendedor con ilusión y los pies en el suelo tutelado desde hace dos años por la Fundación Caja de Burgos. La marca de relojes ha ido cobrando cuerpo en los ratos libres que le deja su empleo como vendedor de coches. «La pasión por la relojería me viene de familia, por mi tío, que es un gran coleccionista». Titulado en electrónica, empezó a trabajar en Zeta Electrónica, el comercio de la avenida del Cid, donde ya vendía relojes japoneses, los populares Casio. Dio el salto en 2003 a Perodri, joyería donde estuvo vendiendo las marcas de más alta gama del mercado durante 10 años. Visitó Suiza, la cuna de la industria relojera, y conoció los pormenores de este mercado… «Me di cuenta de que yo no quería tener una relojería para vender relojes de otros, yo quería mi propia marca y transmitir mi pasión y mi visión de la relojería al cliente». De ahí nació en 2018 Acero Watch, que es uno de sus apellidos, el material de sus relojes y una palabra que pueden pronunciar bien los anglosajones. Mucho antes había empezado con los diseños y había llamado a las puertas del departamento de Emprendedores de Caja de Burgos.
«Mi idea inicial era fabricar en Burgos, pero es imposible. Luego pensé en Suiza, pero se me disparaban los precios. Finalmente, opté por China…». Allí ha fabricado su primera colección de relojes automáticos y solares, con maquinaria de marcas japonesas como Citizen y Seiko, y cajas chinas, porque en España ya no se fabrican. Como servicio técnico, ya cuenta con el compromiso de dos talleres de relojería en Burgos. «Mi idea es que estos relojes se acaben ensamblando aquí. Esa es mi ilusión…». El diseño es marca de la casa y es muy singular. «Pensé en algo relacionado con Burgos para empezar y qué mejor referente que la Catedral, que ahora celebra su centenario ». Los modelos de la colección Centenario reproducen en su esfera el reloj del Papamoscas, que van recorriendo dos agujas cuyo acabado recuerda a las puntas que coronan los chapiteles catedralicios.
La tapa de acero de la parte interior está presidida por el rosetón de la fachada principal. «Mi ilusión es que sea el reloj oficial del VIII Centenario y que se muestre e en la tienda de la Catedral, sería un logro, una satisfacción muy grande».
FINANCIACIÓN. Todos los pasos dados hasta la fecha han sido financiados con sus propios ahorros.
Solo la Fundación Caja de Burgos ha apoyado el desarrollo de los prototipos, cuyo precio en el mercado oscilará entre los 160 y los 250 euros. Para sacar adelante todo el proyecto, el jueves 28 de noviembre inició una campaña de crowdfunding en la plataforma americana Kickstarted. Allí pretende captar patrocinadores hasta al alcanzar un presupuesto fijado en los 21.100 euros. El plazo para apoyar el proyecto culmina el 6 de enero y el reto es alcanzar la cifra prevista, si no, quedará descartado (el patrocinio no será efectivo) y la campaña habrá terminado. «Es todo o nada. Ya hemos alcanzado el 20% de la financiación…».
Los relojes de Javier Picón se están moviendo en la web de la marca y en las redes sociales, entre los amigos del Camino de Santiago y también quieren presentarse a la Fundación del VIII Centenario. «Si no logro financiación aprenderé y seguiré buscando aliados o alternativas. Este proyecto ha costado mucho trabajo y seguirá adelante». Si finalmente sale, las primeras unidades -las reservadas por los patrocinadores- estarán disponibles a partir del mes de mayo.